jueves, 22 de octubre de 2009

¡Qué puta es la guerra!



Las obras de Stanley Kubrick tienen la grandeza de no dejar indiferente a nadie, no voy a estas alturas a descubriros quien fue este magnífico director de cine.
Pero de entre el legado de sus trece películas os dejo esta terrible escena, en la que Bufón y Rompetechos son trasladados al frente en un helicóptero, como corresponsales de guerra. Durante el trayecto Bufón mantiene una desgarradora charla con el artillero del helicóptero interrumpida únicamente por las arcadas de Rompetechos.
Pero, qué tiene que ver esta escena con mi blog, muchos de vosotros diréis que no viene a cuento.
Aunque lo cierto es que la primera vez que vi esta escena, me vino a la memoria una historia que me explicaba la Queta cuando era niño.Alguna vez, os he hablado de ella, es de la família.
En 1939 era una niña que vivía en el Pont del Príncep, en Vilamalla (Girona).Su casa estaba junto a la actual N-II, a muy pocos kilómetros de Figueres, y vivió de manera muy directa el éxodo hacia Francia. Desafortunadamente esa niña fue una espectadora de excepción del drama de miles de personas que pasaban ante su puerta día y noche.
Aunque la historia de hoy, debió pasr antes de 1939, ya que su hermano Quim (Quinta del Biberón) se encontraba junto a ella, aún no había sido mobilizado.
Era un día de guerra aparentemente tranquilo, y los dos hermanos, dos niños, se encontraban en el exterior de su casa trabajando en el huerto.De pronto oyeron el ruido de un avión y la curiosidad hizo que se quedaran fuera de la casa observando las evoluciones del aparato.
El avión, lo describía como un avión negro, sin más, se acercaba más y más, hasta que los enfocó, la Queta y su hermano Quim, salieron corriendo hacia un campo de coles al verse amenazados, el avión abrió fuego, los ametralló mientras ellos estaban cuerpo a tierra bajo la única protección de unas hojas de col y un palo en la boca por si el avión dejaba caer un bomba cerca no les rebentaran los tímpanos, cumpliendo las órdenes de los mayores.
El avión hizo dos pasadas rasantes, en las dos abrió fuego, para luego desaparecer en el cielo ampurdanés, hubo suerte, las coles les salvaron la vida aunque ellos no salieron del campo en toda la mañana.
¡Qué puta es la guerra!
Mientras escribía esta entrada, he recordado la historia que me explicó una amiga de la Queta, otra niña espectadora de excepción.Ella vivía en una masía, cerca de Vilamalla también, aunque no puedo concretar el lugar.Los milicianos del Frente Popular instalaron una ametralladora en una ventana de la planta superior de su casa.
Ella, la Teresa, estaba a pocos metros cuando la ametralladora abrió fuego sobre un grupo de soldados nacionales que se acercaban a la masía sin tomar precauciones.El fuego hizo estragos sobre la columna, en ese momento la niña presenció la discusión entre los dos milicianos encargados de la ametralladora, recordaba como uno de los milicianos le suplicaba al otro, "déjalos...pobrecitos...si son como nosotros"mientras el otro seguía disparando sobre la columna herida de muerte.
Lo dicho:
¡Qué puta es la guerra!

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